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Mostrando las entradas de noviembre, 2024

Cadáver Exquisito

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Escritura Automática

 Los cuerpos celestes, testigos errantes de un universo que se expanden, me juzgan. Mi miran protegidos en la oscuridad de lo incierto, se regodean en su belleza que roza lo etéreo. Me miran cuando trato de distinguirlos, una tarea por demás imposible. ¿Cómo puede una joven desentrañar los secretos del universo si no puede desentrañar los que están en su propia cabeza? Es impensable e irracional. Pero heme aquí, tirada sobre una manta fría, el color rojo contrastando con la oscura pasividad de mi entorno, un parque abandonado por el tiempo. El chirrido del metal que se balancea con el viento parece metódico, como las manecillas de un viejo reloj, calculando los segundos, midiendo los minutos y contando las horas. Acercándome al frío y eterno abrazo de la muerte. No recuerdo cómo llegué aquí, ni lo que pretendía. Solo sé que al mirar al manto oscuro sobre mi cabeza, siento un arrullo casi antinatural. Como una caricia del universo en la brisa, una serenata ligera en la canción de lo...

Cuento Suceso Extraño - Ojos Invisibles

  Ojos Invisibles El parque estaba tranquilo aquella tarde. El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos naranja y rojo, mientras las hojas caídas crujían bajo mis pies. Decidí sentarme en uno de los bancos cercanos para disfrutar del momento. No había muchas personas, solo algunas familias dando paseos y un par de corredores que se cruzaban a toda prisa. Saqué un libro de mi bolso y comencé a leer, disfrutando del silencio que rodeaba el lugar. De repente, sentí una presión en la nuca. Como si alguien me estuviera mirando fijamente. Me quedé quieta, sin moverme, intentando no hacer ruido. Miré a mi alrededor: un niño jugaba con su pelota en el césped, un hombre paseaba a su perro, y una pareja caminaba por el sendero cercano, pero nadie parecía mirar en mi dirección. Sin embargo, la sensación persistió, como un peso invisible sobre mis hombros. Miré al suelo, luego al cielo, y al regresar la vista hacia el frente, sentí la misma mirada de nuevo, más intensa esta vez. Era u...

Cuento Tercera Persona - Final Cerrado - La Carta Perdida

 La Carta Perdida Cada mañana, Sofía caminaba hasta el pequeño buzón de su casa, esperando encontrar una carta. No sabía exactamente quién la enviaría, ni de qué hablaría, pero sentía que alguien, en algún lugar, tenía algo importante que decirle. Era una intuición persistente que no había logrado ignorar. Una mañana de octubre, bajo un cielo gris, el cartero dejó un sobre antiguo, amarillento y con tinta descolorida. Sofía lo tomó entre las manos y leyó el remitente: era de su abuela Ana, fallecida hacía más de diez años. La sorpresa la dejó sin aliento, y, por un momento, pensó que todo era una broma o una confusión, pero reconoció de inmediato la letra pequeña y cuidadosa de su abuela. Sin esperar un segundo más, Sofía abrió la carta y comenzó a leer. "Querida Sofía," decía el inicio, "si estás leyendo esto, es porque he llegado a un acuerdo con el tiempo. A veces siento que hay cosas que deben decirse incluso después de haber partido. Quiero que sepas que, en los día...

Cuento Segunda Persona - Final Abierto - La Decisión

La Decisión Estás en el andén de la estación, escuchando el retumbar de los trenes en la distancia. No es tan tarde, pero la oscuridad del invierno ya se ha instalado, y el aire gélido te hace encogerte un poco más en tu abrigo. La gente pasa a tu alrededor, indiferente, sus rostros perdidos en sus propios pensamientos, pero tú esperas. Miras el reloj y sabes que debería estar llegando. Siempre eres puntual, y sabes que él también lo es. Piensas en la última vez que lo viste, en las palabras que quedaron suspendidas en el aire, en lo que no se dijeron y en lo que fue innecesario decir. Fue un adiós. O al menos eso quisiste creer en aquel momento, cuando el orgullo era más fuerte que el deseo. Pero ahora que estás aquí, esperando, sientes cómo una mezcla de ansiedad y expectativa se agita en tu pecho. Finalmente, escuchas el sonido de pasos que reconoces al instante. Alzas la vista y ahí está, caminando hacia ti. No hay sonrisa en su rostro, pero tampoco hay frialdad; solo una expresión...

Cuento Primera Persona - Final Circular - El Reflejo

  El Reflejo Camino todas las mañanas por el mismo sendero al borde del lago. Me gusta el silencio, el aire fresco que huele a tierra mojada, y la sensación de que todo está en su lugar. Pero últimamente, cada vez que paso por el lago, algo extraño me sucede: veo a alguien en el reflejo del agua, una figura que camina a mi lado, idéntica a mí. La primera vez que ocurrió, pensé que solo era mi sombra, pero luego noté que había algo diferente. Su ropa era idéntica a la mía, pero un poco más desgastada. Su andar era el mismo, pero parecía cargar con un peso invisible. Me detuve y miré fijamente el reflejo, esperando que desapareciera. Sin embargo, no se fue. Se quedó allí, con una mirada que me erizó la piel. Desde entonces, cada día al pasar por el lago, ahí está. Nos miramos fijamente, y aunque intento ignorarlo, esa figura, que soy yo pero no lo soy, parece atrapada, buscando liberarse. Hoy he decidido confrontarlo. Me inclino sobre el agua y le hablo: "¿Qué quieres de mí?" P...

Persona Random

Aire viejo de ciudad, mismo gris rutinario. Entre el metal y el asfalto,  yace un poeta pensando . Vaya incertidumbre, vaya falta de inspiración y descanso, la penosa hoja blanca yace en su regazo. De pronto el ambiente se vitaliza, de entre las nubes vuelve la luz, cuando un zarpazo de colores desafía la monotonía. Ella avanza con gracia alegre, el escenario hace suyo, envuelta en los colores de la belleza, canta al mundo un antes y un después de su llegada. Refresca la brisa, las sombras se alargan, el mundo esperaba, inconscientemente tan mordaz entrada. Su vestido es un lienzo vibrante, sus tonos pasan del morado al rojo y vuelven a empezar, se mezclan en un torbellino que no acaba, que se mueve con el viento en una melodía que solo conocen ella y el universo. Cada flor respira, cada flor vive más allá de la tela en que se dibuja. Cada una nace, crece y perece en su sutileza encantadora con el mayor de los honores. Sus cabellos caen en cascadas, en suaves ondas marrones que cap...

Cuento de un objeto - Barquito de papel

En la penumbra del estante más polvoriento de una habitación, me deslizo suavemente en las aguas de los sueños y recuerdos. El polvo me lastima y mis pliegues de papel, arrugados y lastimados por el tiempo, guardan ecos de risas infantiles que una llenaron el aire, por mis fibras recorren las sombras de lo que fue y no volverá. Cada ola, cada aventura vivida en aguas tranquilas o tormentosas quedaron atrás, susurros del pasado me pintan, y en cada murmullo del chapoteo por el que vivía me hacen sentir el peso de las historias que me han dado vida. Ahora, entre libros apilados y leves destellos de luz que logro tomar de una ventana cercana, yazco como un viajero en busca de un lugar perdido. Lejos está ya ese hogar, tiene más de 20 años y no me sacará a navegar jamás, no volveré a ser un barco pirata o un lujoso crucero, mucho menos aquello con lo que soñaba despierto. Ah, cómo anhelo volver a aquellos días dorados, cuando la inocencia era un vasto océano, yo era parte de su mundo y amb...

Yo escribo porque...

Escribo porque las palabras, al salir de mí, se convierten en el reflejo más fiel de lo que soy. Son mi espejo, mi eco, la huella tangible de lo que llevo dentro. En ellas encuentro lo que a veces no puedo decir con el simple gesto de hablar, lo que no logro expresar con miradas ni con gestos. Escribir me permite caminar dentro de mis pensamientos y sentimientos. Les doy forma, los ordeno, pero también me pierdo y, en ese extravío, me encuentro una y otra vez. Es como un viaje sin mapas, una ruta de descubrimiento que no tiene destino, pero sí significado. Escribir es el lenguaje de mi alma, la forma en que converso con el universo y conmigo mismo. Es la única manera de hacerme escuchar en la vastedad del mundo, de tender un puente entre lo tangible y lo intangible. Cada palabra se convierte en una pequeña flecha lanzada al aire, un intento por conectar mi interior con todo lo que me rodea, por encontrar esa sutil resonancia que nos une a todos. Cada palabra es un latido, cada historia...

Decálogo

 1. Escribe todos los días. La escritura es una habilidad que se fortalece con la práctica constante. Incluso si solo escribes unos minutos al día, la disciplina de escribir diariamente o con regularidad te ayudará a mejorar y encontrar tu voz propia. 2. Encuentra tu propio estilo. No intentes copiar el estilo de otros. Observa qué te inspira y cómo esos autores influyen en tu trabajo, pero al final, tu estilo debe ser único. Experimenta, juega con las palabras, y permite que tu voz sea auténtica. 3. No tengas miedo a lo imperfecto.  La primera versión de tu texto no tiene que ser perfecta. La perfección llega con la revisión y el trabajo continuo. Permítete escribir sin autocrítica en la fase inicial y acepta que el borrador siempre es solo el comienzo. 4. Lee más de lo que escribes. La lectura constante es clave para mejorar como escritor. Lee libros de diferentes géneros y estilos. Lee por placer y por aprendizaje. La exposición a diversas formas de narración te enriquecerá...