Cuento de un objeto - Barquito de papel
En la penumbra del estante más polvoriento de una habitación, me deslizo suavemente en las aguas de los sueños y recuerdos. El polvo me lastima y mis pliegues de papel, arrugados y lastimados por el tiempo, guardan ecos de risas infantiles que una llenaron el aire, por mis fibras recorren las sombras de lo que fue y no volverá. Cada ola, cada aventura vivida en aguas tranquilas o tormentosas quedaron atrás, susurros del pasado me pintan, y en cada murmullo del chapoteo por el que vivía me hacen sentir el peso de las historias que me han dado vida.
Ahora, entre libros apilados y leves destellos de luz que logro tomar de una ventana cercana, yazco como un viajero en busca de un lugar perdido. Lejos está ya ese hogar, tiene más de 20 años y no me sacará a navegar jamás, no volveré a ser un barco pirata o un lujoso crucero, mucho menos aquello con lo que soñaba despierto. Ah, cómo anhelo volver a aquellos días dorados, cuando la inocencia era un vasto océano, yo era parte de su mundo y ambos recorríamos los siete mares con la curiosidad como principal impulsor de nuestras travesías.
Sin embargo, aquí estoy, un pequeño barco de papel, más memoria que presente, olvidado incluso por el tiempo. La nostalgia me abraza, suave y melancólica, me mece en un sueño en el que yo todavía en aguas me muevo y mi niño todavía me tenía aprecio. Cada día, noche y año yo sigo aquí, deshaciéndome entre el polvo, la humedad y el olvido, plagado de recuerdos que recorren mis fibras donde antes recorría el agua. Siempre llevaré en mi ese pedazo de él, la magia de nuestros momentos vividos y el sueño de volver, al agua, a mi niño y a mi hogar.
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