Escritura Automática

 Los cuerpos celestes, testigos errantes de un universo que se expanden, me juzgan. Mi miran protegidos en la oscuridad de lo incierto, se regodean en su belleza que roza lo etéreo. Me miran cuando trato de distinguirlos, una tarea por demás imposible. ¿Cómo puede una joven desentrañar los secretos del universo si no puede desentrañar los que están en su propia cabeza? Es impensable e irracional. Pero heme aquí, tirada sobre una manta fría, el color rojo contrastando con la oscura pasividad de mi entorno, un parque abandonado por el tiempo. El chirrido del metal que se balancea con el viento parece metódico, como las manecillas de un viejo reloj, calculando los segundos, midiendo los minutos y contando las horas. Acercándome al frío y eterno abrazo de la muerte.

No recuerdo cómo llegué aquí, ni lo que pretendía. Solo sé que al mirar al manto oscuro sobre mi cabeza, siento un arrullo casi antinatural. Como una caricia del universo en la brisa, una serenata ligera en la canción de los grillos y las hojas que tiemblan ante la fuerza de la naturaleza.

Todo se mueve, todo vibra con una energía arrebatadoramente poderosa cuando uno pone la suficiente atención y se aleja de la distracción de la ciudad y su vida fugaz. Yo en cambio estoy completamente quieta. No hay ruido que salga de mi, y mi cuerpo parece paralizado ante la belleza de lo que puedo apreciar y lo que no, y aterrada por lo que puedo cambiar y lo que no. Soy diminuta en esta existencia, no soy ni una hormiga para el imponente Júpiter, ni siquiera una migaja para lo que supera la concepción que mi mente puede tener de lo qué hay más allá. Pero estoy aquí, y lo puedo sentir.

Siento el pasar de la vida por cada fibra de mi cuerpo, cada respiración más corta que la anterior, lo más cerca que estaré a ser más joven que antes, lo más cerca que estoy a envejecer con cada suspiro que el tiempo me arrebata cruelmente. Lo siento al comenzar a pesar mis párpados, cediendo a sueños que no sé interpretar, a un descanso del que quizá Morfeo no me despierte.

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